Me llamo Laura Prada

Antes de que el yoga fuera abriéndose paso en mi vida estudié violoncello y sociología, disciplinas muy dispares pero que contienen los dos motores esenciales de mi vida: la búsqueda de la comprensión y la creatividad.

Comprender esta realidad en la que estamos inmersas, comprender mi cuerpo, mi mente, mis emociones… en esencia, comprender qué somos, es lo que me llevó a acercarme al yoga hace más de doce años. En ese proceso de búsqueda en el 2013 encontré el Ashtanga yoga con todo su potencial y las herramientas que despliega su práctica diaria. La práctica de Ashtanga me ha transformado, es mi dosis diaria de conexión, mi escaneo, un espacio de autocuidado y amor, mi vuelta al origen, el espejo en el que mirarme y saber cómo y dónde estoy y hacia dónde voy.  Siento que es una herramienta muy poderosa que nos atraviesa enteras y nos ayuda en algo muy esencial en nuestra vida, ser más conscientes, más felices.

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Casualidad o causalidad

EL AYURVEDA LLEGÓ A MI VIDA EN ESA MISMA ÉPOCA

En esta ciencia milenaria encontré un camino de autoconocimiento y decidí profundizar formándome durante un año en masaje Abhyanga y marmaterapia, más adelante completaría mis estudios formándome en tratamientos específicos de la terapia ayurveda.

Aunque hice una formación reglada de yoga, siento que mi verdadera formación son los años de práctica personal y estudio bajo la enseñanza de profesores con experiencia. A lo largo de estos años he podido practicar con diferentes profesores que me han ayudado a evolucionar en mi práctica de Ashtanga, pero en especial agradezco enormemente el haberme encontrado en mi camino con grandes profesores, como Peter Sanson y sobre todo, José Carballal y Rafa Martínez, con los que continúo mi aprendizaje día a día desde el año 2016. Ellos me han aportado una visión de esta práctica sutil y delicada, enfatizando en la necesidad de ir con respeto y humildad en este camino y recordando en todo momento que yoga es mucho más que posturas.

La maternidad ha sido (y es) mi otra gran maestra

Una oportunidad como ninguna otra en la que poner en práctica este camino espiritual, mi hijo Surya me enseña y me recuerda cada día qué es la entrega, la presencia, la humildad, la curiosidad, el aprendizaje constante y sobre todo, el amor.

Desde el año 2017

Codirijo el centro de yoga Samsara, en Murcia, junto a mi compañera Irene Algar. En este espacio he podido ver mi sueño materializarse y hacer lo que más me hace vibrar, transmitir con amor, pasión y compasión un método que es capaz de transformar nuestra vida. Somos uno de los estudios referentes y la primera sala de Ashtanga Yoga tradicional en toda la región. En mis clases y talleres busco acompañar la práctica de mis alumnos de una manera sincera y respetuosa, integrar la suavidad y la dulzura dentro de la (aparente) exigencia de este método de yoga, para que podamos entender cómo aplicar cada una de sus enseñanzas en nuestro día a día.

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